sábado, 19 de noviembre de 2011

El espejo


Un día le dijeron que si se miraba al espejo, con una vela y en la oscuridad hasta quedarse dormida, podría entrar a través de él. Muchas noches lo intentó. No sin morirse de miedo, porque el riesgo era quedarse atrapado en el espejo. No poder salir nunca más.
La luz de la vela distorsionaba las imágenes, era de miedo verse desde esa perspectiva. Uno de esos día logró ver algo más que su rostro en el reflejo. Algo en el fondo se movía. Corrió asustada a meterse entre las sábanas.
Se obsesionó hasta descubrir qué era lo que se movía: parecía un hombre que, por instantes, entraba y salía del reflejo. Ya no prendía la vela. Fue inevitable, demasiado tarde, cuando supo qué era, ya estaba dormida. Al despertar, no se podía mover, pero lo sabía: era la mano del pintor la que se movía, y ella había quedado atrapada en la pintura.




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