sábado, 19 de noviembre de 2011

El espejo


Un día le dijeron que si se miraba al espejo, con una vela y en la oscuridad hasta quedarse dormida, podría entrar a través de él. Muchas noches lo intentó. No sin morirse de miedo, porque el riesgo era quedarse atrapado en el espejo. No poder salir nunca más.
La luz de la vela distorsionaba las imágenes, era de miedo verse desde esa perspectiva. Uno de esos día logró ver algo más que su rostro en el reflejo. Algo en el fondo se movía. Corrió asustada a meterse entre las sábanas.
Se obsesionó hasta descubrir qué era lo que se movía: parecía un hombre que, por instantes, entraba y salía del reflejo. Ya no prendía la vela. Fue inevitable, demasiado tarde, cuando supo qué era, ya estaba dormida. Al despertar, no se podía mover, pero lo sabía: era la mano del pintor la que se movía, y ella había quedado atrapada en la pintura.




jueves, 10 de noviembre de 2011

Rojo


A los cuatro años descubrió que las panaderías esconden secretos. No sólo venden pan. El niño trató de ver las conchas y panes al fondo de la vitrina. En el fondo había un espejo que le reveló una verdad. Se vio y se reconoció, y no sólo eso, entendió que su cabello era diferente al de todos los niños que conocía. Fue tanta la emoción, sorpresa y desconcierto que le dijo a su madre: ¡Mamá tengo el pelo rojo!


miércoles, 9 de noviembre de 2011

Las pepitas

Había una señora que comía macarrones con queso todas las tardes. Tenía la creencia de que un día eso la volvería rica. Todo comenzó cuando despertó después de un accidente en bicicleta, nada grave, sólo se había desmayado. Un sueño o fantasía mientras "dormía" o permanecía desmayada. Ella, cuando niña, vio un comercial en la televisión donde anunciaban los macarrones, dentro del paquete se encontraba oro en lugar de queso, literalmente oro, pepitas de oro. En el sueño-fantasía, apareció la vecina que vivía en el departamento contiguo, quien encontró las pepitas doradas en la bolsa de macarrones. Esto le cambió la vida: vivió feliz.
Segundos antes de despertar, una mujer se acercó y le dijo al oído: busca las pepitas, te van a cambiar la vida.
Al despertar se dio cuenta de que la mujer era la vecina, la de las pepitas de oro.